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De la oscuridad de las drogas a la luz de las vida

  • Isabella Carvajal
  • 11 oct 2017
  • 7 Min. de lectura

Esta es la historia de un joven que se vio inmerso en el mundo de las drogas sin siquiera tener conciencia de lo que esto significaba. Apenas era un niño cuando incursionó en los vicios, placeres efímeros con consecuencias permanentes. Una historia como muchas otras, quizá es solo uno de los innumerables casos de drogadicción en nuestra ciudad; pero también es uno de los pocos en los que al final se ve la luz y la esperanza que significa dejar esa temible oscuridad.

Los inicios

En la ciudad de Medellín, cuando ya finalizaba 1996, nace en la Clínica del Prado Juan Pablo Castañeda Ortiz, exactamente el 4 de octubre. Sus primeros años de vida transcurrieron en el barrio Las Américas; bajo el seno de una familia conformada por su madre, Nora Luz Ortiz Ortiz; su padre Guillermo de Jesús Castañeda; y su hermano mayor, Andrés Felipe Castañeda Ortiz.

Aún siendo un niño, se muda con sus padres a un municipio más al norte: Copacabana. Se radican en el barrio Villanueva y es allí donde comienza su historia con los vicios.

Creciendo en una familia donde fumar cigarrillo era una cuestión común y constante, a los 9 años Juan Pablo empezó el consumo. No resulta extraño que un niño se aventure a experimentar algo que ve a su alcance; por lo tanto, junto con su hermano sintieron desde muy pequeños la intriga de probar el cigarrillo, quizá para entender por qué sus padres lo hacían con tanta frecuencia y fue así como Juan Pablo se inició en los vicios, fumando cigarrillo a escondidas de sus padres, pero a la vista de sus amigos en el barrio en aquel entonces.

Ya con este inicio tan temprano en el vicio del cigarrillo, era de esperarse lo que estaba por venir, teniendo como punto de partida la droga por medio de la cual empiezan la gran mayoría de drogadictos: la marihuana.

-En el colegio me decían que era chévere y que se sentía un vuelo elegante- recuerda Juan Pablo trasladándose a su infancia. Y fue así como a los escasos 11 años ya se había fumado su primer bareto.

-Pero casi no me gustaba, por el sabor y porque me dejaba los ojos muy rojos- dice

Sin embargo por varios años fumó marihuana cada tanto; cuando estaba en fiestas, con sus amigos o en alguna finca, adicionándole el licor que no podía faltar.

El perico

A los 16 años Juan Pablo inició su trabajo como dj en una productora de mini tecas y eventos de Copacabana llamada Alto Voltaje, dirigida por Hugo Gómez. Su mamá argumenta que ese trabajo fue lo que más perjudicó a Juan Pablo, y que a pesar de que sabe que la culpa no es de Hugo, si le da rabia que lo haya iniciado en ese empleo: pues es bien conocido la cantidad de licor y de drogas que se maneja en las rumas y en los eventos, y precisamente en uno de esos fue que Juan Pablo probó la cocaína por primera vez.

Era un evento de tres días, de esos en los que si no es apunta de drogas, nadie resiste. -Mientras hacía de dj una nena se me acercó y me ofreció, me dijo que lo probara que eso me quitaba el cansancio. Yo era tan inocente que cogí una cucharada y me la metí en la boca- afirma Juan Pablo

Después de probarla empezó a sentir el efecto, ciertamente le quitó el cansancio, y lo que más le gustó fue que al mirarse al espejo notó que no tenía ni una mínima muestra del consumo. A partir de ahí se le volvió una costumbre consumir cocaína, pero sólo en eventos, hasta que en una ocasión le sobró, se la llevó para su casa y a partir de ahí se despertaron sus ansias.

Pero la adicción a esta droga iba a llegar un poco después. Juan Pablo comenzó a estudiar en la alcaldía de Copacabana, ingresó a unas clases de locución de radio y televisión. Él recuerda que fue un lunes que se llevó una papeleta para la alcaldía y desde eso comenzó el consumo constante, tres gramos diarios y, aparte de eso, siguió con el vicio del cigarrillo y el licor. En las fiestas con amigos se drogaba también con LSD, Popper y Tusi.

Un robo

En 2014 ocurrió un suceso que marcaría a la familia de Juan Pablo y los haría chocar con una realidad que hasta el momento apenas sospechaban pero intentaban ignorar.

Juan Pablo solía quedar debiendo dinero de drogas a los jíbaros, en muchas ocasiones por influencia de sus amigos, o en otras por su propia iniciativa y necesidad. En una de esas Juan Pablo no consiguió el dinero con el que esperaba pagar lo que le debía al jíbaro, el cual no tuvo la paciencia de esperar a que le entregaran el dinero a Juan, sino que lo abordó y lo amenazó con un revólver.

“Tranquilo que yo te voy a pagar”- le decía Juan Pablo, a lo que el jíbaro respondió: Como sea me pagás, pero tenés hasta mañana.

En el desespero de temer por su vida, Juan Pablo se vio en la obligación de robar, y nada más y nada menos que a su propio hermano, a quien le hurtó un computador portátil, para de ésta forma ponerse al día con el expendedor de drogas.

Como era de esperarse sus papás sospecharon de él cuando se enteraron de la pérdida del computador, lo enfrentaron y él les confesó todo.

Llega la ayuda

Fueron varios los factores que incidieron en que sus padres se dieran cuenta de las adicciones que Juan Pablo había desarrollado, entre ellos, el cambio en su forma de ser y de actuar.

-Mis papás se dieron cuenta cuando yo tenía 18 o 19 años- afirma Juan Pablo- Yo siempre fui muy tierno, pero llegó un momento en el que empecé a cambiar de actitud, a pelear mucho, a golpear a mi hermano, entonces se despertaron las sospechas.

Además, su mamá le empezó a encontrar los papeles de la cocaína en los bolsillos de los pantalones. Y en adición a esto, el robo ya mencionado que Juan Pablo cometió en su desespero. .

Tras estos acontecimientos sus papas se sentaron con él y le ofrecieron ayuda, poniéndolo entre la espada y la pared, o cambiaba o se iba para la calle. Juan Pablo prefirió la ayuda.

Le prohibieron salir a fiestas, le pidieron que dejara el cigarrillo y lo sometieron constantemente a pruebas toxicológicas para comprobar si era verdadero el cese del consumo. Durante un tiempo también le prohibieron volver a trabajar con Hugo.

Por algunas semanas Juan Pablo cumplió con los mandamientos de sus padres, pero más por obligación que por voluntad, es por esto que rápidamente volvió a caer. Un amigo le comento que si consumía y después se tomaba una bolsa de leche, cuando lo hicieran las pruebas toxicológicas nadie se iba a dar cuenta del consumo. Juan Pablo con ganas de volver a sus vicios, lo intentó, y efectivamente cuando le hicieron la prueba no hubo indicio de la ingestión de drogas. Y así lo hizo hasta que sus papás dejaron de considerar necesarios estos exámenes; creyeron en su recuperación.

Pero esto no duraría mucho. Juan Pablo recuerda que una vez le pidió a Hugo que lo llevara en su carro a un lugar para reclamar unos módulos que supuestamente necesitaba para las clases de locución. Pero la verdad era que lo necesitaba para que lo llevara a una plaza de expendios, esto para conseguir su dosis. A Hugo obviamente le pareció extraño que tuvieran que ir a ese lugar de tan mal aspecto, por lo tanto le preguntó a otro de sus dj sobre dicho lugar. Tango, el dj, le confirmó que eso allá era una plaza, y entonces Hugo, decepcionado, le dijo a la mamá de Juan Pablo que este aún estaba enredado en las drogas.

Nora Ortiz, mamá de Juan Pablo, intentó reanudar el proceso que pensó que había tenido éxito con Juan Pablo; sin embargo, hubo un evento que la obligó a tomar medidas más drásticas.

La rehabilitación

Juan Pablo inició un nuevo proyecto como dj, pero ahora con su propio sonido, ya no más en Alto Voltaje. Y fue en un evento que se vio involucrado en una pelea, esta vez porque no le querían pagar, y Juan Pablo, bajo el efecto de varias sustancias alucinógenas, le dañó el carro a su cliente, el cual lo demandó. Después de esto Nora habló con su familia y les comentó su preocupación por la situación; “Yo no voy a tener un ladrón y drogadicto en mi casa”: decía. Entonces se sentó con Juan Pablo y le puso la opción del centro de rehabilitación; y más que por elección, Juan Pablo ingresó al centro por obligación. Nuevamente las opciones eran o el hogar o la calle.

El centro de rehabilitación se llama Cardynal, la sede uno queda por la Tablaza y la sede número dos, más allá del Sena de Caldas. Es un hogar para niños, jóvenes y adultos en situación de drogadicción, alcoholismo o problemas de conducta, comprometidos con el mejoramiento de la calidad de vida. La exigencia dentro de este centro es muy alta, se les prohíbe utilizar un lenguaje que tenga algún tipo de relación con los problemas que se tratan de erradicar, tienen tareas y deben cumplir con horarios.

A Juan Pablo lo internaron el 10 de noviembre de 2015, en Cardynal 1, que es donde siempre ubican a los nuevos, ya cuando te ven crecimiento te mandan para la segunda sede. Juan Pablo no estaba muy feliz en el hogar, pues no ingresó por voluntad propia, y no tuvo que pasar mucho tiempo para que intentara escaparse.

Tras recibir un estímulo negativo porque lo pillaron hablando de su vida pasado, Juan Pablo planeó el escape con un compañero.

-Me volé y me fui para la estación Estrella, y ahí cometí la burrada de llamar a mi tía Nana, ella se asustó mucho y me dijo que lo esperara ahí, yo fui tan bobo que la esperé, y cuando llegó cayeron los de Cardynal.- Comenta Juan Pablo

Los de Cardynal no lo obligaron ni acudieron a la fuerza, más bien lo aconsejaron. Juan Pablo era consciente de que tenía que dejar las drogas, pero no quería dejar el tema de las mujeres. “Yo soy muy mujeriego y usted más que nadie lo sabe”- me dijo. Sin embargo decidió continuar con su proceso normal, duró 17 meses y medio, durante los cuales su vida cambió, hizo conciencia del daño que se había hecho a sí mismo ya toda su familia, y empezó a ayudar a los otros internos, se convirtió en el consejero de todos, y descubrió que quiere estudiar psicología pues se siente muy capaz de escuchar y aconsejar a los otros.

Juan Pablo se “graduó” de rehabilitado el pasado mes de abril; y ahora está pensando en hacer un curso para ser operador en centros de rehabilitación o en Bienestar Familiar. Y claro, no se olvida de su sueño de ser psicólogo para ayudar a los demás.

Mayo de 2017


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