El rostro de la transformación en la comuna 13
- Isabella Carvajal
- 26 sept 2018
- 5 Min. de lectura
Sin mucha ayuda del Estado, James Zuluaga se ha encaminado a convertir su labor en una de las más importantes en la historia de transformación de la Comuna 13 en Medellín. Su pasado es doloroso, su trabajo ahora es difícil y bastante riesgoso, y sus ambiciones son grandes y muy significativas.

James Zuluaga es un líder social; el más reconocido en la ciudad e incluso en el país, como él mismo resalta con aire poco presuntuoso, sino con certera conciencia de lo que ha logrado. Acordé con él una cita por chat para vernos el miércoles 22 de agosto a las 9 a. m en la Casa Comuna, un lugar ubicado en la Comuna 13 muy cerca de la estación San Javier, donde no solo se encuentra la sede de la corporación que él fundó, Pazifistas, sino que también hay muchas otras corporaciones más, que, como la suya, buscan la transformación de la Comuna 13.
Algunos minutos antes de la hora acordada, recibí un mensaje suyo con el que se disculpaba por tener que cambiar la hora de encuentro. Sin ningún reparo por el repentino y tardío cambio de planes, acepté esperarlo hasta que terminara, como me explicó, su clase matutina de inglés que por alguna razón había olvidado. A las 10:30 muy puntual estuve en frente de la Casa Comuna, un lugar pequeño pero agradable, pintado por todas partes con el logo de Pazifistas, fondo azul y palomas blancas. Lo esperé afuera unos 15 minutos hasta que apareció en su moto, y entramos.
Su historia como víctima
Con todos sus 31 años vividos dentro de la comuna, James siempre ha palpitado muy de cerca la violencia; pero resalta que los hechos victimizantes para él comenzaron en el 2006: "fui víctima de varios desplazamientos y 4 atentados; he trabajado mucho el tema con los grupos armados siendo mediador del conflicto, propiciando el diálogo y tratando de evitar las acciones deshumanizantes”, me dijo sentado en su escritorio dónde lucía un premio de la personería por su trabajo con los derechos humanos. “Como a los 14 años me tocó todo lo que fueron las operaciones militares que hubo, pero la violencia inició desde mucho antes”: James se esmera en aclarar que la violencia en la comuna no empezó en el 2002 como siempre se ha dado a conocer; sino que desde 1982, con las invasiones, iniciaron los hechos violentos, que se fueron alimentando bajo la ausencia del Estado. “Empezaron a pelear grupos de familias por los linderos; esos fueron los primeros grupos armados. Después entran las milicias populares, esas eran las milicias del eln, las conocí más o menos hasta el 94, cuando empiezan a entrar las milicias de las farc hasta el 98; y ya en el 99 empiezan a entrar los paramilitares, y del 99 hasta el 2002 se empiezan a enfrentar los paramilitares con los grupos de guerrilla y con el Estado”. Esos fueron los actos de violencia que el Estado no pudo intervenir a tiempo, y que significaron las operaciones con las que la Comuna 13 empezó a figurar en todos los periódicos. Para James fueron tiempos difíciles: “Yo estaba estudiando y me tocó ver muchos homicidios, desplazamientos, heridos; entonces todo eso fue ayudando a que yo me empezara a enfocar en el tema de los derechos humanos”.
El nacimiento de un propósito
El centro de su vida ahora es la corporación; su cotidianidad está delimitada por las actividades que realiza en Pazifistas, y todas sus metas y sueños a futuros están trazados para hacerla crecer, y a su vez, hacer crecer a la comuna.
“Cuando yo inicio en el proceso como líder social yo inicio es en el colegio más o menos en el 2000. En el colegio ofrecieron pertenecer a un grupo de danza, empecé y me gané un premio. Estuve en varios grupos artísticos y al salir del colegio, varios compañeros como no encontramos empleo, decidimos agruparnos y creamos la corporación tejiendo talentos, pero debido a que siguieron ocurriendo hechos victimizantes nos enfocamos en los derechos humanos”. Con gestos de reprobación, James sugiere que ellos quisieron hacer lo que la policía no hacía, ya que la fuerza pública se convirtió en un cómplice más de la violencia.
La defensa de los derechos humanos se convirtió en el proyecto de vida de James, “participé en varios espacios de ciudad de derechos humanos, hago parte de organizaciones del país de reclamantes de tierra y defensores de derecho, estuve postulado al premio franco-alemán de derechos humanos en la embajada franco alemana, recibí el premio como defensor de la ciudad”, me dijo con orgullo. Yo sabía que a quien iba a entrevistar tenía gran recorrido, lo vi en Titanes Caracol y lo vi en Gente que le pone el alma de Bancolombia; pero no conocía de su participación en proyectos nacionales e incluso, internacionales. En ese momento me cuestioné sobre que estoy haciendo para ayudar y que están haciendo por el mundo las personas con aún más oportunidades. “Yo estuve estudiando Derecho, me retiré porque recibí varias amenazas y soy técnico en Derechos Humanos y Gestión de Paz”, manifiesta con notable satisfacción. A pesar de sus limitaciones, lo que ha logrado James es de admirar.
Las acciones
Fiel a su propósito, James en su corporación, trabaja temas de derechos humanos, gestión de paz y convivencia. “Tenemos 4 líneas fundamentales: una es el deporte, trabajamos con niños víctimas del conflicto; tenemos dos medios de comunicación, un canal y un periódico comunitarios que trabajan temas de derechos, con el fin de ayudar a las víctimas a través de líneas de atención; trabajamos un banco de alimentos con el que ayudamos a personas en estado de vulnerabilidad, personas sin empleo y con numerosos hijos y también a venezolanos; y estamos trabajando el comité de derechos humanos formando a las personas en el tema”, explica James. Yo me asombré al escucharlo y pensé en la gran utilidad que todas estas acciones ofrecen para la comunidad, pero simultáneamente me pregunté si tal vez le daban la importancia que merece, pues recordé cómo antes de llegar al lugar tuve que preguntar por él y solo una de las 10 personas a las que pedí ayuda conocían el lugar.
Línea de meta
El futuro de pazifistas es prometedor, al hablar de ello James procura resaltar que quieren ofrecer algo diferente a lo común; el graffitour y las escaleras eléctricas, en sus palabras “solo muestran la realidad desde las operaciones conocidas, pero no hablan de la historia de la comuna, de cómo la violencia se cultivó desde antes”.
El propósito mayor es llegar a una cultura de paz en el territorio; James expresa que la corporación está enfocada en un proyecto de arte, cultura y ambiente con el fin de convertir a la comuna 13 en un territorio con expresiones culturales que mejoren la calidad de vida.
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